lunes, 12 de abril de 2010

SERMON DE LA SOLEDAD: María, un ejemplo vivo para los jovenes

La aclamamos y honramos como Reina, la exaltamos con las más sublimes y dulces palabras, agradecemos su coraje y nos alegramos por su humilde voluntad,  porque llevó en su vientre a aquél a quien el mundo entero tenía ansias de conocer gracias a su si en el momento de la anunciación.

Si, una palabra que a pesar de su sencillez representa más que la unión entre dos letras, representa una aceptación de perdón, de amor, de liberación, de sacrificio, de voluntad. La cual, tras haber sido pronunciada por la joven María, permitió que el camino de reconciliación y salvación empezara a construirse.

El sí de María, es un si generoso, a prueba de cualquier tipo de condición o retribución. Ese si es modelo de disponibilidad absoluta al amor de Dios, es prueba de un espíritu joven, que no teme arriesgarse al tomar una vida justa al servicio de Dios y que rompe cualquier falso esquema que gira alrededor de la juventud: inmadurez, debilidad y temor.

Juventud, un papel difícil de desempeñar, una etapa en la que la lluvia de dudas no respeta ni creencias, ni pensamientos, ni ideales propios, y los suplanta por falsos caminos, abriendo así un abismo para muchos jóvenes para que vivan todavía en los tormentos derivados del pecado, del odio, de la violencia, del terrorismo y de la guerra.

María también vivió la juventud, ella sabe lo difícil que es, más aun hoy, donde los ideales se pierden en un mundo de desencanto y se queman por el egoísmo, pero a cambio de eso ella nos entrega humildemente su generosidad, su entrega y disponibilidad y nos acoge con su amor de madre, y nos consuela de cualquier indicio de sufrimiento con su humilde corazón.

jueves, 8 de abril de 2010

”TODO ESTÁ CONSUMADO” (jn 19, 30)

Gotas de sangre salían de su cuerpo, se le iba poco a poco la vida y aun así nunca quiso bajar de la cruz y escapar de la voluntad del Padre, solo por amor, por borrar la lista de pecados de nuestra vida, ponerlos en la suya y cargar con ellos en nuestro nombre. 

Nuestro padre entregó a su Hijo para morir en una cruz humillado y ultrajado, Podríamos preguntarnos ¿Por qué? la respuesta es fácil y sencilla ¡por amor! Por que nos ama con tal intensidad que quiso un día vernos junto a Él en el paraíso.

Mientras Jesús moría en la cruz hace ya casi dos mil años daba una mirada a su pasado y no veía desobediencia ni pecado en su vida en contra de Dios, por que durante 33 años de vida nunca cayo en tentación, siempre fue fiel a su Padre, podríamos decir que es como si desde el instante mismo de su nacimiento hubiera firmado una hoja en blanco donde el Padre escribió e hizo su voluntad. Al final yacía colgado en la cruz con sus manos y pies perforados, con su cuerpo ensangrentado y debilitado por las heridas, levanto su voz vigorosamente y en tono fuerte y alto proclamó el cumplimiento de su misión entre los hombres diciendo: TODO ESTÁ CUMPLIDO.
Jesús proclamó estas palabras no en voz débil si no orgulloso de haber cumplido a cabalidad la voluntad del Padre.
Ahora podemos también nosotros dar una mirada al pasado y preguntarnos: ¿hemos cumplido lo que Dios padre ha mandado a nuestras vidas o nos hemos resistido a aceptar su voluntad?¿ Acaso acostumbramos a hacerle el quite a Dios, a avergonzarnos de comunicar el Evangelio y llevar el mensaje de redención de Jesús? ¿Es acaso posible que mirando los pasos que hemos dado en nuestro existir, gracias a Dios, nos encontremos con que nos da pena y hasta miedo aceptar que creemos en Dios, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo y aun mas delicado nos hacemos llamar cristianos pero nunca hemos seguido las enseñanzas de Cristo Salvador?

Si hoy alguien todavía siente miedo de seguirlo o le da pena anunciarlo, le digo que: Aun esta a tiempo de comenzar a construir, de ser arquitecto y artista de su propia vida pero esta vez permitiendo que El entre en su corazón, Lo dice el propio Jesús: “Mira que estoy a la puerta y llamo si alguien oye mi voz y abre la puerta entraré y cenaré con el y el conmigo”. (AP 3. 20).

Y así cuando estemos en esos últimos momentos podamos levantar nuestros rostros orgullosos y decir fuerte y alto TODO ESTÁ CUMPLIDO cuando tengamos la plena seguridad que Dios ha cumplido su voluntad en nosotros.

Dejemos de lado miedos y vacíos que no nos permiten desatar esas ataduras que nos mantienen presos del mundo, tomemos cada uno nuestras propias cruces y carguemos con ellas ofrezcamos a Jesucristo el sacrificio de presentarnos ante ellos derrumbados y afligidos pero con el corazón intacto de amor por El.
¿Qué es lo peor que puede suceder? Lo peor y más doloroso ya fue hecho por Jesús, el camino que nos dejó no es tan duro nosotros, tenemos que continuar con su pasión, con su sacrificio y al final diremos, “no era tan difícil de seguir como parecía”.
 
Luís Alfredo Sanabria